mujeres-negrasRacismo y Patriarcado son ideologías inmersas en la cultura cubana, pues  atraviesan la sociedad por todos sus ángulos. Cuba es un país esclavista marcado por una particularidad de lo erótico, lo erótico abierto, lo erótico oculto, lo erótico del dominado, ese erotismo del subordinado del que no se conoce nada. En franjas tan esenciales como América Latina y el Caribe, que son marcadas por las complejas rutas de la circulación social, el erotismo es una manera de enfrentar la muerte, la necesidad y la pobreza.

La sociedad cubana de principio de siglo además de estar marcada por un discurso hegemónico es una sociedad patriarcal que continúa históricamente marcada por la violencia. En ella el racismo permanece  anclado en la macro conciencia social, y la revolución, como proceso político, no ha logrado descontruirlo.   Tras el derrumbe de muros reales y simbólicos, la sociedad cubana desprivatizó el racismo donde particularmente varios sujetos sociales son víctimas en todas sus dimensiones. Hoy la violencia que se registra en la arena pública es muy visible contra el sujeto discapacitado, el sujeto homosexual en su diversidad, contra la identidad de las tribus urbanas que son violentados por agentes del orden público, y donde se destaca la violencia intrafamiliar motivada por el complejo habitacional, la violencia intradomestica, física ante todo, pero también verbal, sexual, económica y simbólica.

Pero cabe destacar una forma especial de violencia: esa invisibilizacion de la mujer negra y mestiza que continúa siendo una agresión a nuestra identidad, pertenecientes ellas a un grupo social que históricamente ha estado en el fondo de la pirámide social, por lo que han tenido que enfrentarse continuamente a situaciones de discriminación, marginación y desvalorización social legitimadas por una sociedad patriarcal, un amargo concierto de frustraciones que prolonga el status de ser diferenciadas por los espejos de la violencia.

Históricamente la imagen de ambas ha estado asociada a una sexualidad desenfrenada, un codiciado objeto sexual a las que se les reserva sólo el papel de amiga íntima, querida o prostituta. Su cuerpo como mercancía erótica se encuentra atrapado en circuitos  de intercambios, lo cual responde a una historia de dominación y deseos que se convierten en fantasías públicas; su historia aprisionada a una red de violencia físicas, sicológicas y sexuales combinadas con prejuicios, marginalismo y limitaciones es parte del mural sensitivo de la otredad.

La imagen de la mujer negra ha sido construida a partir de estereotipos negativos, los cuales continúan hoy reproduciéndose,  particularmente a través de los medios audiovisuales y donde la mujer negra es la hechicera, lujuriosa y  mulata seductora.

La televisión y el cine cubano aún no han sido descolonizados. La Cuba epidérmica es omitida en su diversidad.  Ambas herramientas de comunicación colaboran activamente en la socialización de esquemas de prejuicios hacia la otredad, son estaciones legítimas donde se promueve un retrato infiel de nuestra ecología social, y donde la presencia de los afrodescendientes en los medios esta reservada para significar sus desventajas en una etapa anterior, momento en el que la mujer es la más dañada, su autoestima es permanentemente violentada y la imagen que se refleja en la pantalla no se corresponde con la realidad en su diversidad: ella aún continúa siendo la más ofendida del audiovisual cubano.

Es significativa la ausencia de profesionales de la raza negra en la TV, no se registra una equidad racial en la pantalla es aún más visible su ausencia en los telecentros de la región central, particularmente provincias como Cienfuegos, Ciego de Ávila, Villa Clara, en la zona más oriental Holguín y en las occidentales Matanzas y Pinar del Río.

Existe un documento oficial que regula la política de la programación para la Radio y la TV emitido en 1998, el cual expresa la necesidad de mantener en la programación un adecuado balance étnico representativo de la sociedad: esta directiva aún no se cumple. En determinados programas habita un lenguaje sexista y discriminatorio contra la mujer, particularmente la más dañada ha sido la mujer negra. No hay realmente una política de cambio en los medios. Durante años actores y actrices han reclamado la presencia de la raza negra en la TV y en el campo de la publicidad mediante congresos, reuniones, coloquios, eventos internacionales, pues es evidente la ausencia de este grupo social en los papeles protagónicos de los dramatizados y  filmes, y la ausencia de personas negras en determinado nivel de dirección gerencial en los medios. En la publicidad referente a la industria del turismo se utiliza la imagen de la mujer negra y mulata como fetiche, objeto sexual y erótico con una sexualidad comercial incontrolable.

La mujer negra se encuentra atrapada en el discurso de la diferencia externa, sus vidas están marcadas también por la ideología de lo exótico,  condenada por los procesos hegemónicos de belleza impuestos por el nacionalismo narcisista, despersonalizada como cuerpo objeto del deseo sexual masculino, del poder patriarcal. Se invisibiliza toda una historia de resistencia y de lucha en la que la mujer negra ha sido la protagonista, incluso es la ausente del discurso oficial.  Mujeres negras como la famosa Madre Melchora, quien fue jefa de un palenque en las sierras de Pinar del Río durante la etapa colonial. En los levantamientos es muy conocida Fermina Lucumi cimarrona, heroína y mártir de los alzamientos de Triunvirato que ella dirigió y le costó ser fusilada en 1844; negras y mulatas que se destacaron en la guerra de independencia como guerrilleras, enfermeras y ayudantes como Maria Cabrales, Dominga Moncada, Mariana Grajales- otras llevaban una vida condenada a la servidumbre, trabajos forzados en las plantaciones de caña y como esclavas domésticas.

Se registra en la historia social casos de mujeres negras y mestizas que poseían negocios propios dentro de la colonia, se desconoce que durante el siglo XVIII mujeres como Maria Josefa Aguirre, Maria del Rosario Sánchez, Juana M. Pastor y Asunción Ramírez marcaron impronta en el ejercicio de la pedagogía. En la enseñanza primaria durante la colonia eran numerosas las escuelas de barrio atendida por mujeres negras, en el campo de las letras y las artes poetisas como Cristina Ayala y África Céspedes, en la música es destacada la ausencia de Catalina Berroa, primera mujer compositora nacida en Cuba.

Durante la República de generales y doctores, la ley de imprenta dio vida a publicaciones independientes como la revista Minerva, la cual contribuyó a dignificar la belleza y autoestima de la mujer negra; las mismas estuvieron presentes en los movimientos sociales que se desarrollaron alrededor de clubes, asociaciones, gremios, sindicatos, partidos políticos, movimientos feministas y lucha clandestinas. Toda esta activa participación de la mujer negra como cara oculta de la identidad, esta aún ausente de las grandes narrativas históricas, su protagonismo continúa invisibilizado.

La sociedad cubana tiene, como retos futuros, incorporar historias de vida de la población negra en los procesos comunicativos (dramatizados, documentales, programas educativos) donde se expongan los valores éticos y estéticos como grupo poblacional étnico y se reconozca el papel jugado por los esclavos en el proceso de formación de la identidad cubana.

Se deben efectuar cambios en la televisión cubana desde una mirada de género, promover políticas de integración y una mayor cultura de igualdad, construir un poder que lleve implícito una construcción de consensos tanto en la sociedad civil como política. Es necesario enfrentar el racismo en los espacios que se manifieste, es hora de cambiar  la representación de la mujer cubana en su diversidad étnica y social. Se impone actualizar jurídica y socialmente la igualdad en la diferencia, mientras tanto nuestras afrodescendientes luchan por ser cubanas y no morir en el intento.

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Juan Antonio Madrazo Luna
Coordinador Nacional del CIR

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